Los políticos,
y especialmente los políticos socialistas, tienden a buscar la forma de salvarnos
de cada problema que existe en la sociedad, muchas veces sin pensar que pueden
causar más problemas con sus acciones ignorantes.
Un ejemplo de hoy es la situación
de parqueos en la capital, donde según un reporte del diario El Comercio, se está
buscando la forma de controlar y regular los parqueaderos privados por
supuestos “abusos” que se han observado en ciertos parqueaderos particulares.
Para corregir estos abusos, se plantea controlar los precios que cobran los
parqueaderos usando “parámetros técnicos” que fijan un precio según estudios de
la oferta y demanda.
Esto es
completamente absurdo y contra cualquier conocimiento de economía básica. Se
dice que el propósito es evitar la “descrecionalidad” en las tarifas, pero eso
justamente es como funciona un mercado de servicios o productos. Un emprendedor
por su mismo criterio, usando cualquier información a su disponibilidad, fija
un precio. Si ese precio es muy alto, el emprendedor no recibe muchas ofertas
por su servicio o producto. Mucha gente se puede molestar por pagar un monto
que le parece excesivo, pero nadie les ha obligado a parquear su automóvil en
ese estacionamiento. Si esa persona que se molesta por el precio, lo paga de
todas formas, esa persona está aceptando ese precio por su propia voluntad y
por lo tanto es un precio legítimo. Por otro lado, lo que ese precio molestoso
genera, si no se meten los políticos ignorantes, es una oportunidad para que
otro emprendedor pueda competir con un precio menor, o tal vez un mejor
servicio.
Por esa razón,
la competencia libre y las funciones de mercado, tenemos hoy teléfonos celulares
que cuestan cien dólares pero que son más poderosas que una computadora de mil dólares
hace diez años. Si los gobiernos del mundo hubieran intervenido cuando los
celulares costaban miles de dólares por que a la gente le parecía “abusivo”,
entonces es muy probable que hoy siguieran costando lo mismo y tendrían menos
capacidad.
Lo único que
puede generar este proyecto de ordenanza es que los emprendedores dejen de
montar negocios de parqueaderos privados y que se reduzca de forma radical los
espacios para parquear los automóviles en la ciudad. Los negocios funcionan por
que las ganancias superan los costos, y existen suficientes utilidades como
para que valga la pena emprender en esa actividad. Cuando un político se mete
dentro de ese proceso, siempre va ser con ignorancia del pensamiento y
consideraciones que llevaron a esa persona a montar el negocio. Está bien que
se regulen los espacios públicos, y debería ser prohibido tomar uso de esos
espacios para enriquecimiento privado, pero obligar a los parqueaderos
privados, que se encuentran en propiedad privada, a mantener un precio
arbitrario decidido por comité, u ofrecer servicios que le parecen correctos a
un político, es la forma más rápida a quebrar a esos negocios.
¿Sería eso
una solución buena a los problemas destacados en el artículo?
Debería ser
claro con este ejemplo, que las intenciones buenas de los políticos pueden
causar más o peores problemas a los que se busca eliminar. Por eso es mejor que
las personas sean libres para montar prestar servicios o vender productos de la
forma que ellos piensan correcta, obviamente sin fraude u obligación. La función
correcta de un gobierno, sea municipal o nacional, es por lo tanto castigar a
los que violan los derechos de los demás o cometen fraude. Al enfocarse esto,
el gobierno permite que las personas puedan comprar y vender sabiendo que si
alguien les estafa ellos no saldrán con la suya. Eso genera más emprendimiento
y más comercio que aumenta la calidad de productos y servicios en el mercado y
al mismo tiempo baja los costos de estos para los ciudadanos.
Al contrario,
entre más controles hay, mas negocios dejan de funcionar y menos recursos públicos
existen para controlar a los criminales, lo que genera inseguridad y
desconfianza en la sociedad.
Lo
importante en este círculo de desarrollo o caída económica es el político que
toma la decisión de enfrentarse contra el crimen o enfrentarse contra el
emprendedor. En la mayoría de las veces, meterse en los temas de negocios
requiere información que el político nunca puede obtener porque no es su
negocio y no es su forma de ganarse la vida que está en juego, por eso también casi
siempre ese tipo de intervención está destinada a fracasar. Al contrario, con
el criminal se sabe claramente en que ha violado la ley y ha hecho daño a los demás,
políticamente es mucho más fácil enfrentarse a eso y ser efectivo.
La idea no
es ser ideológico, sino pragmático. Puede ser que nos molesta que alguien gane
mucho dinero cobrando por parqueaderos escasos en una ciudad, pero es mejor
aceptar esa inconveniencia y mantener la libertad de comercio, que tratar de
controlarla y destruir a ese mismo comercio que nos da beneficios innumerables
en otros ámbitos. Y si
queremos una mejor sociedad, con más equidad, libertad y prosperidad, sería
mejor enfocarnos en luchar contra la delincuencia y la corrupción, porque eso
va a rendir más que tratar de controlar como la gente le da de comer a sus
familias, algo que casi nunca es práctico y en muchos casos no es ético.