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24.5.14

¿Que es el capital?

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Cuando el Presidente de la República y sus seguidores en Alianza País hablan sobre el “capital” normalmente se refieren a las clases ricas nacionales e internacionales que usan su dinero para influenciar a la política y favorecer a los de su misma clase. Según el discurso oficialista, la revolución ciudadana se ha luchado en contra de este capital y ha buscado cambiar las relaciones de poder en el país para que ya no puedan controlar el sistema y explotar a las masas. El capital en sus argumentos es simplemente una forma de decir “los ricos” que han ganado sus riquezas no por el trabajo, emparedamiento o innovación, sino por el robo y la manipulación.

¿Viéndolo de esa forma, quien podría defender al capitalismo, quien podría luchar para mantener un mercado libre y autónomo? La estratégica propagandista entonces se base en que los ciudadanos crean que el capital es sinónimo con la oligarquía y la explotación de los pobres por los ricos corruptos.

Hay que admitir que si hemos vivido una historia en donde unas pocas familias y sus aliados han controlado y manipulado al estado y la sociedad para su propio beneficio y a la ves perjudicando y abusando a los más vulnerables. No podemos negar o minimizar los abusos del pasado, pero hay que ser bien claros en cuales fueron los abusos y como realmente se deberían categorizar.

El problema con la estrategia de pintar al capitalismo como explotación y corrupción es que no tiene nada que ver con lo fundamental detrás de esa filosofía económica. El “capital”, no es nada más ni menos que un mecanismo productivo, lo que se usa para producir algo. En lenguaje común, la gente conoce al capital como dinero, lo que hace que sea mucho más fácil que el gobierno nos pueda convencer que los capitalistas son los que tienen mucho dinero. En términos económicos, el capital es lo que uno usa para producir algo, sea la maquinaria en una fábrica o la computadora que permite escribir libros. En este sentido, cualquier persona que es dueño de un bien productivo, sea un empresario dueño de una fábrica inmensa o un sastre dueño de una simple máquina de coser, puede ser considerado un “capitalista”.

En general, creer en el capitalismo simplemente quiere decir que uno cree que las personas privadas deberían tener el derecho de ser dueños del capital, es decir dueños de bienes productivos, y que tengan también el derecho de gozar de las ganancias que salen de ese capital. Retomando el ejemplo de un sastre con su máquina de coser, el capitalismo implica que el sastre tiene todo el derecho del dinero que consigue confeccionando o arreglando prendas de vestir.

Siguiendo con el sastre, si esta misma persona contrata a dos personas que le ayuden a cortar tela y coser, y comienza a producir más camisas, ternos, y blusas que hacía antes solo, obviamente va a ganar más dinero que los sastres que trabajan independientemente. Si él puede organizar bien a sus trabajadores, pagarles bien para atraer a un buen talento humano, y manejar sus financias de forma adecuada, tal vez pueda abrir varios locales donde pueda ofrecer sus confecciones únicas y arreglos eficientes a más clientes. Entonces este sastre tendrá aún más ganancias que el sastre independiente o el que solo tenga un local.
¿Esto es una explotación? ¿Esto es corrupción? ¿Qué hay de malo en esto?

Examinando el capitalismo de esta forma, ya no es tan fácil verlo como una simple explotación, especialmente si consideramos a una persona común que por sus propios esfuerzos llega a ser exitosa. Posiblemente la gran mayoría de las personas que apoyan al oficialismo no tienen ningún problema con un sastre ganando más dinero que otros sastres si consigue montar un negocio eficiente, tal vez muchos de esa mayoría quisiera ser lo mismo en su propio entorno.
Obviamente, la economía en el Ecuador desde la conquista no ha tenido mucha relación con lo que el ejemplo que hemos destacado.

¿Pero si el ejemplo es lo que representa el capitalismo, y no parece ser algo malo, entonces de que habla el Presidente cuando critica lo que ha existido en el país por tantos años?

Si tenemos nuestros conceptos bien formados y somos honestos, la realidad es que nunca ha existido el capitalismo verdadero o un mercado libre y autónomo en el Ecuador. Si consideramos la historia legal y económica del país en los últimos cien años, nos encontramos con controles, reglamentos, impedimentos y trabas a el desarrollo libre del comercio. Las familias poderosas, como en todo Latino América, han creado sistemas de control y explotación para prevenir que un mercado libre realmente existe y que la gente pueda participar en el capitalismo de forma inclusiva. Por ejemplo, el proceso para constituir una empresa, con sus varios pasos complejos y absurdos como tener que publicar un anuncio en un diario, favorece a los que ya tienen dinero como para poder contratar a una abogado y tramitador. El resto no tiene el tiempo para perder en la burocracia, lo que les mantiene en una economía informal donde nunca van a tener acceso al crédito que les permita crecer sus negocios.

En el sistema tradicional del Ecuador, estas personas nunca tuvieron la oportunidad de salir adelante, no porque el capitalismo es intrínsecamente malo, sino porque no se ha respetado el concepto de libre comercio y no ha existido un estado realmente liberal en donde la gente tiene el derecho de hacer negocios sin tener que pasar por miles de pasos legales.

No se habla de esa realidad, no se habla de que nunca hemos tenido un libre mercado en el Ecuador, que siempre las grandes familias y sus empresas monopolistas han controlado el mercado y han usado al estado como su arma para protegerse contra la competencia legítima. El Presidente tiene razón cuando dice que el estado ha sido muy débil, pero no ha sido débil por el capitalismo, sino porque los ecuatorianos no han querido tener un capitalismo verdadero, algo que requiere un estado fuerte pero limitado. Es realmente una cuestión de valores y principios. En el país y la región los valores de egoísmo familiar, paternalismo, y aristocracia han sido puestos encima del republicanismo, el comercio libre y la igualdad bajo la ley.

Si vemos a los nuevos ricos del país, y sus conexiones con el oficialismo y sus partidarios que ahora controlan muchos de nuestros recursos y economía, nos damos cuenta que los valores de las viejas familias no han sido remplazados por ningún socialismo del siglo 21, sino existen como siempre, solo con nuevas autoridades al mando. Por eso es importante entender realmente los conceptos que discutimos y no dejarnos engañar por nuestras propias ignorancias e idiosincrasias culturales.